¿Ha fracasado todo?
¿Quién sembrará nuevas esperanzas?;
¿quién las cultivará?;
¿quién –a la postre– las cosechará?
¿Dónde se instalará
el mercado, en qué
plaza, en qué
rambla, en la encrucijada de qué
caminos?
¿Quién despertará a los sueños
de sus pesadillas viejas?
¿Será que despertar sea regurgitar
la reminiscencia de una intuición bella?
¿Es que todo ha fracasado?
El mundo se está ahogando
en su propio vómito, se está estrangulando
con su propio cordón umbilical,
se está desplomando en un sueño
de muerte sin claraboya de luz.
SOS: ¡Por favor, que alguien haga algo!
¡Que alguien socorra a este mundo
con una simple
bacinilla;
que alguien lo baje de este absurdo
cadalso;
que alguien lo despierte con un mÃnimo
rayo de la luz verde
arrebatado a la
esperanza!
Por favor, que alguien encienda un
faro
al final del túnel de
Dios.
¡Que alguien cierre para siempre las puertas del infierno!
AnRos
Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, resuena en este poema. Tras las imágenes escatológicas - regurgitar, el vómito, la bacinilla- y las antinomias - sembrar/cosechar, fracaso/ esperanza, faro/ túnel - asoma la otra escatologÃa, la búsqueda de ese alguien que puede dar sentido a la existencia.