¿Y si yo te dijera que te quiero?
¿Y si yo te afirmara que nadie antes que tú
ni nadie después?
¿Y si yo pusiese a Dios por testigo
de que nunca más pasaré hambre,
de cuánto te amé y de cuánto
te amo?
¿Y si yo ya no fuese yo
por tanto llorar sin llanto?
¿Y si yo fuera yo ya sin mí,
sin nada más que exigirte?
¿Y si tú fueras tú ya sin mí
sin dolor, sin acritud, sin grito?
¿Y si tú y yo no fuéramos más
nosotros:
cuatro pies trastabillando sin
ritmo, sin
pisadas, sin
ruido?
¿Y si tú y yo construyéramos una
nave espacial que llegue a
Marte, para joder a
Musk?
¿Y si tú y yo jugáramos un rato a cabalgar
sobre la cola de un cometa
para saber quién recibe menos
batacazos?
(¿Quién ganó y quién perdió al
albur de los astros?)
¿Y si tú y yo ideáramos un puente
nuevo
entre el norte y el sur,
entre el Poniente y el Oriente,
entre el cielo y el mar,
ahí justo, donde se abrazan?
¿Y si tú y yo nos dejáramos de monsergas
para entendernos en un simple
gesto, un beso quizá?
¿Y si tú y yo volcáramos juntos los
puentes para descubrir qué aguas
discurren por ahí
abajo, más abajo,
donde la lagartija ha escondido al sol
entre las piedras?
¿Y si tú y yo dejáramos de mirar
lo que sucede tan lejos de nuestro
tú y yo, tan cerca, no obstante?
¿Y si tú me mirases sólo a mí?
¿Y si yo te mirase sólo a ti?
Entonces, el Cosmos invertiría su
recorrido, y tú ya serías por siempre yo
y yo ya sería nadie para siempre.
AnRos
La posibilidad del amor, del quererse, se desliza entre los gestos más cotidianos, irónicas ensoñaciones y desgarradas confesiones. Las anáforas insertas en largas interrogaciones retóricas condicionales encuentran una respuesta final inesperada: no es la fusión de los amantes el resultado, sino la transmutación del uno y la desaparición del otro. Las antítesis, la mezcla de un lenguaje culto y coloquial, las imágenes originales y las referencias culturales construyen un interesante y hermoso poema.
Y si ya no existiera ya mañana...?