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A los Reyes Magos

AnRos

Cuando yo era pequeñita, les escribía a los Reyes Magos una larga carta de buenos deseos y pequeños regalos. No teníamos árbol (ese fue un moderno aderezo posterior) y colocaba, junto a mis hermanos, debajo de un radiador gris de seis líneas, un zapatito ajado dentro de una caja de cartón dividida en tres compartimentos: uno para el zapato nuevo que resistiera la nieve y el agua, de la talla 27; otro para un cuento lindo que tuviera magia de estrellas; el último, para aquello que sus Bondadosas Majestades tuvieran a bien (léase unas gominolas, un chocolate blanco o un zapatito de cristal, con poco y delicado tacón, que me permitiera ser por unos minutos princesa).


Hoy soy bastante más mayor y ya no escribo ninguna carta a los Reyes, ni siquiera un wasap, pues sé que son tan Sabios que ya lo saben todo.

No obstante, sí deposito bajo un árbol lleno de luces que ya poseo, mi zapato seminuevo junto a una caja de cartón un poquito más grande, para que depositen en él un zapato del 37 que sea impermeable a la lluvia y a la nieve; un libro hermoso que renueve mis ilusiones y mis esperanzas; y otro hueco queda para que sus Sabias Majestades depositen en él la Paz que le falta al mundo.


Gracias, Magos. Al año que viene espero que mi talla de pie no haya cambiado, que existan nuevos/viejos libros mágicos, pero que ya, para el tercer compartimento de mi caja de zapatos, no deba pediros Paz: sólo Justicia, Igualdad y Amor, que no es poco.


Fuente: Freepik
Fuente: Freepik

AnRos

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Ospite
09 gen

A pesar de todo, la Navidad es un tiempo de ilusión, unos días en que nuestro corazón se ablanda y se expande, latiendo un poco más allá de nuestros egoísmos cotidianos. También son días de añoranza de una infancia perdida, más pobre, más rica en afectos. El paralelismo que se establece en el artículo entre el ayer y el hoy, los tres compartimentos de la caja de cartón que se mantienen (uno para las cosas necesarias, otros para las maravillosas lecturas, otro para los deseos bondadosos) tiene una lectura más simbólica que real. El cuerpo, la cabeza y el alma: la búsqueda de la felicidad y de la armonía, del equilibrio y del crecimiento, tanto a nivel personal como social.…

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