Caminando por la estrecha acera del último tramo del bulevar construido sobre la antigua vía ferroviaria, me fijo en la flora silvestre de la cuneta y no veo círculos ni paralelogramos, ni planos, ni tan siquiera una línea recta. El tallo de la avena loca parecería línea recta, la distancia más corta entre la espiga y el suelo, pero el viento lo curva y hace desaparecer esa mixtificación. Las umbelas de la zanahoria silvestre tienden a la circunferencia, pero no lo son: prestando un poco de atención, sus inflorescencias, formadas por decenas de florecillas, forman una especie de nubecilla cuyos bordes difumina la brisa de esta espléndida tarde de mayo. Miro aquí y allá en la vereda salvaje que se extiende a mis pies, más allá del cemento, y no veo ni un solo elemento geométrico.
El pensamiento vuela observando esa bruma vegetal y pienso que Euclides, al sistematizar los principios de la geometría, no solo inauguró una fértil disciplina matemática, sino que también certificó una manera de entender el mundo. La manera del hombre de ver el mundo, ya que la geometría fue quizás una de las primeras formas de la abstracción. El sol convertido en círculo; la media luna, en semicírculo; la punta del dedo en punto que señala desde la espesura la pieza, o el enemigo, el otro punto de una recta imaginaria. Las líneas que delimitan planos, que son frontera, cerca, tapia, pared y puerta, templo, trono y altar. Y después vino lo demás: las posturas irreconciliables de las líneas paralelas, los círculos cerrados de las élites dirigentes, el triángulo mágico, el dios único y las pirámides, las parábolas de las catapultas, la proporción áurea de las tarjetas de crédito.
Mi mirada vuelve al aquí y al ahora, y mis ojos prestan atención al suelo, al plano de la acera, a las líneas rectas de los bordillos de hormigón y de las farolas recicladas. Como les decía, es el tramo barato del bulevar, el último tramo, un tramo postcrisis, un tramo postilusiones de ciudad con tranvía, polígono pujante y niños rubios en bugabú. El bulevar de los sueños rotos, claro. Mi mirada se topa con mis zapatos zapatillas –uno no sabe ya lo que se ha comprado– y con la línea recta de mi cuerpo. Tampoco la belleza es ajena a la geometría. No hay en mi cuerpo atisbo de racionalidad, pero sé que cuando me miro, y cuando miro a mi encantadora novia, son los axiomas de Euclides los que fundamentan mi alegría. Sus cilíndricos muslos, el óvalo de su cadera, el cincelado arco de medio punto bajo sus cejas.
Sí, es en el aquí y el ahora cuando mi mirada levanta el vuelo: presiento la cúpula del firmamento sobre mi cabeza, redescubro el semicírculo translúcido de la media luna blanca del atardecer; Venus, la estrella vespertina, es un punto en el cielo que me marca la línea recta de la esperanza. El Sol mete ficha en la ranura del horizonte.
Galaor de Langelot
Mi estimado observador de la naturaleza y del mundo, incluido el proceloso mundo de nuestras cuitas. Un buen tratado de geometría nos lo propusieron Les Luthiers hace muchos años. Yo recurro a él cuando se presenta la ocasión...
Espero que les guste
https://www.youtube.com/watch?v=OXrYNPJQoTA
Todo está ya inventado desde la creación y todo está ya mil veces revisado y definido, desde muy antiguo.
Un texto bello que nos invita a recapacitar sobre lo que, por su aparente evidencia, nos pasa tantas veces desapercibido: la perfección de las formas, la geometría mágica, lo que responde a otras reglas que se salen del sistema, eso otro anómalo y que tan perfectamente complementa lo aparentemente simple.
La metáfora que cierra está reflexión es realmente hermosa.
La primavera es efímera...
Y tanto el sol ardiente del verano como el desabrido otoñal y gélido del invierno cerrarán la ranura del horizonte.
El horizonte debe de ser una suerte de muro sin pulir con una puerta pequeña en el centro de la mitad derecha. De madera. Desvencijada tras el paso innumerable de ilusiones -las ilusiones son geométricas - a las desilusiones -hijas del caos primigenio-.
Porque está científicamente demostrado que la belleza reside en otras ranuras: las que la naturaleza obra en todos los seres vivos despojándolos de la tiranía euclídea.
La asimetría recorre muslos, óvalos faciales, arcos ciliares, caderas en las que nunca se pone el sol...
La tecnología, como he dicho, ha demostrado que la simetría…