Hoy he paseado las grises lápidas
del cementerio.
He intuido el amarillo de los cadáveres
volviéndose gris piedra...
Los gusanos se están comiendo
los últimos borbotones de aquellas vidas
que ya no son.
Las piedras se tornan musgo; el musgo,
hiedra; la hiedra dibuja un collar
de estrellas; las estrellas devienen
sol, y el sol,
vida.
¿Será este proceso mágico
la resurrección?
Huele a flores ácidas.
Los pájaros mantienen un respeto.
Las ranas se han ausentado
para no hacer ruido.
Hay muchas flores (también de
plástico); hay muchas cruces
representando una esperanza en la que ya
casi nadie cree.
Hay un musgo nuevo, especial,
que promete rebrote de vida
joven,
palpitante de olores puros,
de primaveras explosivas,
de nuevos amaneceres para nuevos
cuerpos que rezumen
azahar y miel.
Hay (siempre hay) una nueva
esperanza, un nuevo
sol que amanece
para iluminar otro camino
(¿imposible?)
hacia el más allá,
hacia lo que nunca hemos sabido
nombrar.
AnRos
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