
La vida y la muerte son como filamentos que se entrelazan en la curva del viento,
en su peine de marfil,
en su cabello de lágrimas carmesí.
La naturaleza observa, vivaz y cansada, cómo la brisa pasa y camina descalza en el resplandecer obsesivo de una esmeralda natural.
Ramas y ramitas se desordenan alegres sobre el cielo y la tierra.
Hojas y hojitas se ríen solas sobre el humo incandescente del pasear absorto de las hormigas.
Las gotas y gotitas de rocío rocían con su plateado humo la esfera de oxígeno viviente.
Los huesos y huesitos ya viven en montones mortuorios sobre la sombra del mundo.
Las telas y telitas se mecen tranquilas sobre la nada imprecisa.
Las canas del viento son las mantas del cielo, abandonadas por sus amas de lana en la libertad del valle.
NeiRma
Preciosa metáfora la que remata este original texto. Las reiteradas entradas de cada estrofa, esos elementos que componen la naturaleza, con su forma plena y su diminutivo correspondiente, aportan un matiz infantil y juguetón, liberando al texto de las sombras amargas que también se esbozan de fondo.