Los niños miran (ojos redondos, bobalicones, achantados, tristes) a una luna
grandota creciente que busca ser más que el sol
justamente hoy,
que va a ser abducida
por la más ancha negritud del
cielo...
(¿Lo sabrá ella?)
Los niños juegan, retozan, bajo el auspicio de su leve luz...
Ellos no saben tampoco.
La luna siente algo...; un súbito temblor
la estremece:
una extraña presencia la va a
cegar.
Los niños siguen jugando, no entienden
ni la tragedia ni el llanto,
aunque gritan tanto,
tanto...
(¡Qué saben ellos de la belleza, de la tristeza
que escupe el monte y que vomita
el mar!)
La luna empieza a llorar...
Nadie lo siente todavía.
Yo sí...
Me escalofrío bajo el sutil abrigo.
Tengo miedo.
La luna más se oscurece y ya empieza a sangrar
despacio...
Me encojo.
Gritos ahogados de niños en la plaza. Madres histéricas a punto de ladrar. Mascotas despavoridas
sin lenguas, sin alas...
Jadeos.
Oh, luna, quién te creó tan
mala.
Y ¿cómo esa luna lunera tan pequeña en
mi alma,
tan grande en el
cielo,
puede provocar a la vez tanto amor y tanto
miedo?
(Luna lucero)
Un simple eclipse... ¡Y cómo explicárselo a los gatos,
que se hicieron uñas de acero,
ojos rasgados, cansados de vomitar
su rencor arcano!
Y a los niños, que solo buscaban
el premio de una oblea de chocolate
blanco,
¿qué decirles?
Por favor, luna mía de mis sueños, ¡no te dejes cegar!
¿Qué haré yo
sin tu merengue estela,
sin tu pueril engaño,
sin tu rielar de plata en el mar?
¿Qué sin tu parca palabra,
qué sin tu ahogado lamento,
qué sin ese susurro tuyo
que en tu negrura abisal
tanto y tanto me reclama?
¿Qué yo sin ti, oh lunera luna, dime,
qué?
¡Y cómo, luna lunera, decirte que te amo
así,
a medias oscura, a medias clara,
dando siempre tanto amor y tanto miedo
a los gatos y
a los niños
que no intuyeron el cielo?
(Gatos negros, blancos gatos;
luna blanca, negra luna;
niños azules, malvas almas
deslumbradas, esperando
qué.)
AnRos
Pura poesia. Qué esperamos cuando la luna nos seduce con su luz y sus formas, cuando nos acuna en su asiento menguante o creciente?