Yo soy la que escarba, la que abre trasteros y garajes con sus manos, mientras adivina por encima una estructura de cemento y cristal que no entiende.
¿Las proporciones? No las entiendo. ¿El resultado feliz y bello tras tanto esfuerzo? Me supera, aunque lo intuyo, como el pez nada ciego hasta la desembocadura que lo llama y no conoce.
Yo soy la que escarba con sus uñas los cimientos que harán posible la grandiosidad de lo que será aplaudido, quizás también premiado...
Mientras abro los párpados cerrados de los garajes y los trasteros voy recogiendo en una cajita de metal azul las lombrices y los gusanos de los muertos y de los vivos, que se van enredando entre mis manos y me las besan con su viscosidad sencilla...
Después elaboraré una pasta arcillosa con su plastilina helada y se la regalaré a las mariposas de arriba, para que, con ella, dibujen entramados de néctar entre los cristales de las ventanas que serán algún dÃa, y que nunca entenderán nuestro esfuerzo y nuestra aportación muda.
La belleza siempre está debajo de lo que se ve.
AnRos
Un comienzo rotundo que nos adentra en un mundo subterráneo de sorprendentes garajes y trasteros. La belleza vive arriba, pero solo la actividad oculta permite su existencia. Los pacientes trabajadores de las catacumbas fabrican con materiales viscosos las maravillas de la superficie. Un texto crÃptico y sugerente.