Hoy lo es
- Izumi Yasu
- 19 may
- 2 Min. de lectura
Hoy lo es; hoy es día de muerto. Todos los días lo es. Cada mañana que paso con el coche por los tanatorios veo gente arremolinada en torno a las salas, veo gente tranquila o nerviosa según sus gestos y formas, veo sombras en la cafetería. Veo que van y vienen. No importa el día que sea. Hoy es día de muerto; y mañana; y pasado. Y ayer. Y no importa si es diario o festivo. Los muertos, al igual que los vivos, no descansan. Parecen vivos, aunque no lo estén, a diferencia de ellos que, sin estarlo, a veces parecen muertos.
Y veo una y otra vez esa señal desde la luna: "Crematorios. Tanatorios". Y junto a ella, "Villalonquéjar". Y pienso que la carretera me lleva al infinito, al abismo. Que los tres sitios son uno, pero que ese último está repleto de vida, ya pasada la muerte.
¿Y no han pensado ustedes en el milagro que supone la existencia de un tanatorio? ¡Qué contradicción! No importa cuándo haya muerto: siempre habrá más de una persona en Burgos –y en cualquier ciudad– trabajando para recogerlo con las manos enlutadas y llevárselo a esas salas frías que se llenarán de vida frente al cristal del muerto, cristal que cumple una función de limbo, de purgatorio, de más allá.
Y algunas de esas salas que veo sin pensar demasiado desde la carretera están repletas de gente, que van como nubes de pájaros oscuras de un lado a otro, todas juntas. Me desespera, pero también me alucina. Todos los días hay muerto. A veces parece que la ciudad se vacía a un ritmo mayor del que se rellena.
Y en esas salas hay un ciclo eterno: silencio de los familiares más cercanos, silencio del muerto, silencio conjunto que mueve el aire, uniendo de nuevo las voces apagadas de quienes ya no comparten el mismo mundo. De repente, voces bajas que llegan y forman una algarabía. Pésames reales de unos y fingidos de otros, que van por quedar mejor o peor, pero para quedar. En el olvido. Fantasmas que vienen y van, que quizá no sepan quién es el muerto; presencias que gustan del cotilleo, del conocer, del hablar por hablar a espaldas de quien ya no está. Espectros que van a ver a una familia que ya no recuerdan porque llevan demasiado sin llamar; porque cuando se cruzan no se saludan o cruzan la calle para evitarse; monigotes desconocidos quieren estar en la ausencia cuando nunca se aparecieron en la vida. Al fin ven a este o al otro que ha venido porque me recuerda de cuando era chiquito o que coincidía en el bar o en la iglesia con el muerto. Alegrías aparentes; tristezas reales; palabras vacías.
Todo eso veo yo desde mi coche al pasar frente al cementerio y el tanatorio. Todo eso recuerdo de mis experiencias en ellos. Todo eso me viene a la mente.
Hoy he vuelto a pasar. Hoy lo he vuelto a ver. Hoy también lo es. Hoy es día de muerto.
Izumi Yasu
Así es.
Todos sabemos que así es, tal como tan magníficamente nos lo has descrito: una reflexión que a todos nos ronda por la cabeza, sin atrevernos a traducirla en palabras.
Todos los días hay algún muerto en todos los tanatorios, rodeados de vivos que mañana serán muertos para otros vivos igual de hipócritas y perplejos.
Un texto excepcional.