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"La historia del señor Sommer", Patrick Süskind


"La historia del señor Sommer", Patrick Süskind
Fotografía tomada por D. S. Martin

1.ª edición: Diogenes Verlag, AG. Zürich. 1991.

Ejemplar leído: Editorial Seix Barral. Biblioteca Breve. Ilustraciones de Sempé. Diciembre de 1991. 133 páginas. Ejemplar de la Biblioteca Pública de San Juan de Burgos.


Esta novelita, como la vida de su autor, tiene un aire de misterio. Quizás, más bien, de extrañamiento, de desapego, de plena conciencia de la futilidad de las cosas de este mundo. De desencanto.


El narrador es un hombre de cincuenta años que nos cuenta algunas anécdotas de su infancia. Entre otras, que le gustaba mucho subir a los árboles, y que un día se cayó desde una altura considerable y partió una rama gruesa como un brazo con el hueso occipital, por lo que, desde entonces, presiente en ese hueso los cambios de tiempo y tiene algunas dificultades para narrar los acontecimientos de forma coherente y sin irse, cómo no, por las ramas. Así, la voz del narrador se transforma en la voz de un niño de diez años en la primera parte de la novela, de once años en la segunda y, finalmente, en la de un adolescente de quince años en la tercera y última.


El señor Sommer es una sombra en la vida de este niño. Será un recuerdo imborrable en la vida del adulto. El señor Sommer es un extraño personaje que camina largas distancias sin rumbo fijo. Vive de alquiler en un humilde apartamento. Su mujer fabrica muñecas que vende por correo. La figura del señor Sommer es tan conocida en la comarca que termina siendo parte del paisaje. El señor Sommer no trata con nadie. Pero, para este niño, adquirirá una importancia radical.


El relato refleja la vida en la Alemania rural de finales de los cincuenta. La dura posguerra ha quedado atrás y la clase media empieza a disfrutar de las comodidades de la vida moderna: el coche, los electrodomésticos y la televisión. Hasta clases de piano y apuestas en las carreras. El autor describe esta vida con humor y un reflexivo distanciamiento. El mundo infantil, sin reloj, que mira el mundo desde las copas de los árboles, se irá deshaciendo poco a poco en las obligaciones impuestas por los adultos. La vida adolescente adquirirá la velocidad y el raro equilibrio de una bicicleta. Y, de vez en cuando, el toc-toc-toc del palo con el que camina el señor Sommer resonando en la distancia, recordándonos el desasosiego de estar vivos.


No es un libro para niños, pero es un libro que deberían leer los niños. Y los adolescentes, desde luego. Es un libro que te hace pensar. Y que transmite con agudeza los primeros agravios del corazón: la frustración amorosa, la rabia por las injusticias de los adultos.  También es un libro que te hace reír; las escasas y repetidas referencias culturales están cargadas de humorismo y algunas situaciones, especialmente con la señorita Funkel, son realmente tronchantes. Es un libro incorrecto y maravilloso que parece, verdaderamente, pensado y escrito por un niño de cincuenta años. Es un gran libro. Y, por cierto, las ilustraciones de Sempé, como siempre, insustituibles.


D.S. Martin

2 Comments


Guest
hace un día

¿No habrá nacido el bastón sobre el que se apoya el señor Sommer de la rama del árbol que derribó el niño? Del árbol al bastón, de ahí a la bicicleta, para desembocar finalmente en la vida...

Interesante.

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Guest
hace un día

Gracias, Dani. Me lo apunto para el verano.

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