La virgen de Covadonga y Cillaperlata. Una historia en común
- Juan Carlos Martín Tamayo
- 18 mar
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Históricamente, el pueblo de Cillaperlata ha tenido vinculaciones con Asturias. Como ejemplo de estos lazos podemos mencionar que una hija del rey astur que venció a los árabes en la batalla de Covadonga en el año 722, en la que se considera el inicio de la Reconquista, estuvo de novicia en el Monasterio de San Juan de la Hoz en Cillaperlata, aproximadamente en el año 723.

Otro ejemplo de estas vinculaciones podría ser que otro familiar de Don Pelayo luchó en las mismas fechas en la batalla de Encinillas también llamada del “Negro día”, en el desfiladero de la Horadada que es un paso natural entre la meseta y la cornisa cantábrica. En esta batalla el duque Don Pedro de Cantabria al mando de las tropas cristianas venció a los sarracenos matando a más de nueve mil. Cuenta la leyenda que fue ayudado por la Virgen de Encinillas, una preciosa talla románica que también se conserva en la parroquia de Cillaperlata. Según esta leyenda, la virgen fue la que provocó que el día durase dos horas más para que los cristianos terminasen ganando la batalla. El duque Don Pedro era consuegro de Don Pelayo ya que su hijo Alfonso I estaba casado con una hija de Don Pelayo.

Posiblemente a causa de estas vinculaciones que relacionan Cillaperlata y Asturias se tallaron en el siglo XII dos imágenes gemelas de la Virgen de Covadonga que acabaron, una en el monasterio de la San Juan de la Hoz en Cillaperlata y otra en el monasterio de Covadonga de Asturias, donde se conservaron durante siglos. Pero en el año 1777 un devastador incendio destruyó la asturiana, desapareciendo para siempre y dando origen al mito religioso. Así, a partir de esa fecha, la única talla originar de la Virgen es la que se encuentra en la parroquia de Cillaperlata.

En el verano de 2001 se celebró en Asturias una exposición; la fundación organizadora pidió al pueblo de Cillaperlata la talla de la Virgen y a cambio fue restaurada en un taller de Burgos. Esta exposición tuvo su principal atractivo en la talla, original como ya sabemos, gemela de aquella primera talla de Covadonga y dio la oportunidad de ser contemplada por todos los asturianos.

De los estudios y excavaciones realizados entre 1979 y 1986 se obtienen datos suficientes como para considerarla la más antigua de la provincia de Burgos. Consta de 84 enterramientos excavados en la roca entre los siglos VIII y IX con el ritual cristiano medieval, orientadas con la cabeza al oeste. Lo más llamativo de este conjunto funerario se encuentra en las losas que cubren las tumbas, en las que aparecen orificios circulares a la altura de la cabeza destinados, según antiguas costumbres paganas, para hacer libaciones al difunto.
Otro hallazgo curioso son las monedas en las manos, también costumbre pagana.

Este monasterio fue levantado en época tardovisigoda (siglos VI-VIII).
En el siglo XI pasará a depender de Oña. De aquí salen las monjas que irán a vivir allí en el año 1011. Entre ellas se encuentra Santa Trigidia, hija del rey Sancho “el de los buenos fueros” y sobrina de Doña Oñeca, abadesa de Oña y anteriormente de Cillaperlata.
En el siglo XIX, tras la desamortización, las guerras carlistas y la invasión napoleónica, el monasterio queda olvidado y destruido hasta las primeras excavaciones que pusieron de manifiesto el origen visigodo con restos prehistóricos (industria lítica) y posible LAURA (lugar de reunión de los eremitas circundantes).

Juan Carlos Martín Tamayo
(Instagram: @m.tamayosky)
Estas hermosas y evocadoras fotografías nos recuerdan la profundidad de nuestro pasado y la eterna belleza de la naturaleza. La información que las acompaña es muy interesante. Sin duda, un pueblo para marcar en el mapa y visitar en cuanto tenga ocasión. Gracias por el viaje imaginario, de momento.
Muy, muy interesante, Juan Carlos. Gracias por mostrarnos esas joyas que nos acompañan desde hace tantos siglos y, parece, quisiéramos obviar. Gracias por la explicación y por esas fotos tan estupendas. La de la necrópolis, aunque tenga un nombre tan "terrible", es preciosa. La de la Virgen y el Niño me gusta menos, pues presentan caras hieráticas e inexpresivas, pero claro, eran otros tiempos y otro Arte.
Gracias una vez más y continúa regalándonos esas "joyas" que parece que solo tú conoces.