Lascivia fósil
- Sylvain Sortelle
- 7 abr
- 1 Min. de lectura
Una anciana de rasgos simiescos, cabello blanco y rizado, tiene la mirada fija en el horizonte. Parece estar sobrevolando la bahía. Yo, escudriñando su rostro arrugado, intento entender la mutación de ese ser ajado que, en otro tiempo, bien pudo ser objeto de un ardiente deseo. Me fascina pensar que, en otros tiempos, esos labios caídos y esa piel curtida por los años pudieron recibir besos tiernos y sensuales, que aquella carcasa encorvada pudo haberse movido, alguna vez, con elasticidad, y que pudo arquearla con gracia bajo los efectos de las ondas de la lascivia y chisporrotear a la redonda.
De reojo, la veo guardar las pincitas y el pequeño espejo de bolsillo redondo gracias a los cuales, meticulosamente, aunque discretamente, se ha depilado el mentón. Del bolso que descansa en su regazo, saca una galleta que se pone a chupetear, mientras observa de nuevo el horizonte, con una expresión de torpor.

Sylvain Sortelle
(Instagram: @sylvain_sortelle)
Una descripción cruel, carente de ternura, naturalista. Una nueva versión del collige, virgo, rosas desde la mirada indiferente de un sátiro. Un texto amargo de tono esperpéntico, en el que el tiempo impone su ley. Pero, a pesar de, o por todo eso, un magnífico texto.
Bien, es correcto. He visto a esa señora, he contratado su mirada, siempre triste, sí, siempre pidiendo otro premio que yo no le puedo dar.
Gracias por escribir un capítulo de un libro a punto de ser escrito y aplaudido.
Que te vaya bien, amiga; el mundo está mal hecho y, cada día, más complicado
Lo siento, créeme. Tu texto importante, eso sí.