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Novela de ajedrez, Stefan Zweig

D. S. Martin

1.ª  edición: Pigmalión, Buenos Aires, 1942.

Novela de ajedrez, Stefan Zweig
Fuente: Editorial Acantilado

Ejemplar leído: Editorial Acantilado, colección Narrativa del Acantilado, 1.ª edición, mayo de 2000, 20.ª reimpresión, septiembre de 2023. Traducción de Manuel Lobo. 95 páginas.


Stefan Zweig (1881-1942) es, sin duda, uno de los clásicos del siglo XX. Tuvo un enorme éxito durante los años veinte y treinta del siglo pasado y, desde hace décadas, se ha renovado el entusiasmo que despierta en los lectores.


Novela de ajedrez fue su última novela y se publicó de forma póstuma, tras el suicidio de su autor. En 1941, Stefan Zweig, huyendo de los nazis, se había refugiado en Brasil. El hundimiento de la Europa civilizada que él –judío burgués acomodado con una renta vitalicia de su abuela, políglota, lector precoz, erudito autodidacta– había conocido y amado, lo llevó al suicido.


El planteamiento de la novela es magistral. El narrador viaja en un transatlántico que ha partido de Nueva York con destino a Buenos Aires. En ese barco viaja también Mirko Czentovic, el vigente campeón del mundo de ajedrez. Al narrador siempre le han interesado los monomaníacos y Czentovic parece ser uno de ellos, una persona sorprendentemente inculta y codiciosa que no ve más allá del tablero. Para tratar de acercarse al campeón, el narrador organiza hábilmente una partida entre Czentovic y seis pasajeros del barco, encabezados por el presuntuoso McConnor. Czentovic acepta –250 dólares la partida– porque sabe que no tienen nada que hacer contra él, ya que son jugadores de tercera, meros aficionados. Pero, en medio de la partida, aparece el misterioso señor B., quien pasaba por allí y se ve impelido a intervenir en una jugada. Entonces las tornas cambian. ¿Quién es el señor B.? ¿Por qué es un maestro de ajedrez al que nadie conoce?


Esta novela corta nos introduce de pronto en los horrores del nazismo. El narrador conversa con el misterioso jugador y resume para los lectores su increíble historia, nos cuenta cómo el señor B. llegó a dominar el juego de los sesenta y cuatro escaques. El libro no es solo una denuncia de la maldad, sino también un canto a la fuerza de la imaginación y a la integridad del ser humano. Stefan Zweig desarrolla con sutileza la psicología de los protagonistas –principalmente de los dos contrincantes– y consigue, con una narrativa fluida en la que se insertan sucintas reflexiones, que el lector observe horrorizado y expectante los límites de la cordura, de la crueldad y de la fortaleza. El narrador, a través de la terrible historia del señor B., nos transmite también la angustia de los últimos meses de vida del propio autor, Stefan Zweig. Como decía, el nazismo dejó un vacío en la historia de Europa en el que sucumbieron incluso los que estaban muy lejos de los campos de concentración.


Stefan Zweig escribió otras muchas novelas y ensayos excepcionales: Carta a una desconocida, Veinticuatro horas en la vida de una mujer, Momentos estelares de la humanidad, El mundo de ayer, La embriaguez de la metamorfosis… Cualquiera de estos libros merece que le dediquemos unas horas de nuestra vida, tan contadas.

  

D.S. Martin

2 comentários


Convidado:
hace 5 días

Unas horas de nuestras vidas?

El otro día oí a alguien comentar que ya no puede leer más de quince minutos seguidos ni ver una película convencional sin dormirse -para qué hablar de documentales-. El propio Benjamín Prado, ante la nueva barbarie neonazi a dos bandas que tiene a Europa en el centro del tablero, comentaba eso, que la gente no tiene tiempo y/o preparación para dedicarle a la reflexión unos minutos de su vida. La preparación, evidentemente, no tiene nada que ver con el nivel de estudios de cada sujeto.

Parece, dicen, que la pandemia nos enganchó a las plataformas y a las series, cuyos capítulos suelen durar unos 50 minutos.

Curiosamente, aunque nos cuesta aguantar una película larga…


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Convidado:
hace 6 días

Sí, Zweig es un gran escritor, un gran admirador de aquella Europa brillante, culta y aristócrata (antes del horror del nacismo), un aristócrata él mismo (débil, por tanto, para encarar el dolor de una nueva realidad destructiva) y un poco misógino y maltratador de mujeres, según tengo entendido.


No he leído a Zweig (pese a ser consciente de su importancia como escritor y como personaje de un tiempo tan convulso), pero intuyo que, tras cada movimiento de cualquier insignificante peón que labora sobre el tablero blanquinegro, se esconde un atisbo de terror sin posibilidad de esperanza.


Habrá que plantearse sumergirse en la agridulce lectura de sus libros. Gracias.

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