Oda a ese mar de todos los veranos
- AnRos
- hace 6 días
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Y fijate tú que el mar está ahí
para que yo lo oiga.
Y piensa tú, sí, tú,
que fue dibujado el mar
para que yo lo lama.
Y no olvides tú, sí, tú,
que alguien pintó sus espumas
para que yo las huela.
Oh mar, oh, gran alma;
oh tú, oh yo;
oh ese amor que nació para perderse,
dulce lágrima de sal.
Hay un mar que separa
la verdad de la mentira.
Hay un mar que me recuerda
que la noche cierra el día,
que los escullos se ablandan
si los roza el agua tibia
con sus dedos de cristal.
Hay un mar que ruge, me conoce
y me exige un sacrificio nuevo
que yo no sé darle...
Es un mar espeso,
tardío, largo, ruidoso, también
triste, que creo que nunca me
comprenderá.
Y no es por ti ni tampoco por mí:
es por aquella niña oscura
que se arrojó al mar
para devenir estrella.

AnRos
La lectura de este poema me ha traído a la memoria otro, Oda a Venecia ante el mar de los teatros, de Pere Gimferrer. Ambos destilan una profunda melancolía. La vindicación del yo, del existir frente a la inmensidad de un mar contemplado deviene en un sentimiento de pérdida. El diálogo amoroso entre el tú y el yo se diluye en un mar-infinito de tono juanramoniano, un mar en el que se mece la conciencia de la poeta. La imagen del mar es el propio alma y sus raíces, aquella niña oscura que se arrojó al mar para devenir estrella. Un rotundo poema en el que los recursos, que se acumulan - polisíndeton, anáforas, vocativos, metáforas, oxímoron, antítesis, personificaciones, enumeraciones...…