Otoñea el otoño intentando desechar
un verano demasiado largo...
La luz es cegadora.
Los pájaros agonizan en sus nidos
abrasados...
Hubo otro tiempo en que los ciclos
naturales
eran normales:
Hacía calor y nos protegíamos
bajo sombras inventadas en las nubes;
Hacía frío y nos abrigábamos
bajo mantos de nieves consentidas...
Ahora es ya sólo
sol,
todo brumas de calores imposibles
para cuerpos perplejos,
para latidos ahogados,
para razones que nada entienden...
¿Sobrevivirán los pájaros
bajo este cielo amarillo?
AnRos
Y yo me iré... Y se quedarán los pájaros cantando... escribía Juan Ramón Jiménez hace un siglo. Aquí los pájaros, protagonistas de este poema, se mueren en silencio. El ayer y el hoy se pelean, y el ahora tiene todas las de perder. De nuevo, las anáforas y las paronimias - sólo / sol - estructuran el poema. Ese verso bisílabo, tan acertado, convierte en rayos los otros versos, construyendo una especie de sutil caligrama. Un sol que nos otoñea bajo el que, irremediablemente, agonizamos.