Paseando por el Duero soñé
un profundo canto de agua,
y siguiéndolo llegué
a un remanso de paz y de estatua.
Versos de río,
juego de reflejos dorados,
espejismo estival.
Paseando por el Duero dejé
que su corriente me embrujara
y me transportara a un edén
de pueblos de piedra y agua.
Versos de vino,
amanecer de incendio rosado,
sobre el agua un festival.
Paseando por el río escuché
secretos de bodegas antiguas.
Susurros de roble y miel
viajaron de la barrica a mis mejillas.
Ribera del Duero,
tierra, sudor y esmero;
canto viejo y ancestral.
Paseando por el río imaginé
la historia de cada viña
y vi castillos custodiando la fe
de cien manos en la vendimia.
Ribera del Duero,
tierra, sudor y esmero:
un paisaje sin igual.

Paola Prieto Velasco
(Instagram: @paolapv97)
El espíritu de la Ribera recorre estos versos, que aúnan historia y sensibilidad. La piedra, el agua, el vino, el roble de las barricas y las viejas viñas protagonizan este poema de tono popular en su estribillo - tierra, sudor y esmero - con reminiscencias machadianas - soñé un profundo canto de agua - y acertadas imágenes sinestésicas - versos de vino, susurros de roble y miel -. La vieja historia de estas tierras se hace presente en los vigilantes castillos, en la fe de los vendimiadores, en el rumor de agua del Duero, corazón de la Ribera. Un hermoso poema para una de las comarcas más distinguidas de nuestra provincia.
Un poema sensible a los sentidos y al espíritu. Muy plástico también: se toca el agua y se saborea el vino. Y entre ambos líquidos, con la sonoridad de las anáforas, podemos flotar, que las piedras protegerán nuestra presunta deriva.