El domingo, nuestros amigos Arancha y Jorge nos regalaron una jornada andarina en su compañía por las soledades del Rudrón, un valle encañonado entre farallones calizos en busca de otro cañón fantástico que modela desde miles de años nuestro río Ebro en su curso alto. Parece ser que fue un valle poblado de nutrias y lobos, además de otras aves, que en esta ocasión no tuvimos la fortuna de ver. Quiero imaginarme que ellos sí me vieron a mí y se ocultaron porque solo se muestran a los que son mucho más pacientes que estos excursionistas urbanos.
Alguno sí quiso mostrarse, como una abeja dándose el festín con las flores de esta primavera lluviosa y una mariposa que mi amigo enseguida nombró y que fotografiamos con mucha suerte, una Papilio Machaon y un águila azor perdicera que hizo un vuelo rasante que nos dejó encantados.

Mi estimado amigo Jorge es un inquieto hombre del renacimiento apasionado del campo, las montañas y los parajes naturales que tanto conoce y que explora con pasión. Es también un gran viajero y posee ese don tan escaso y que vamos perdiendo con los años, sin darnos cuenta y sin saber que es tan valioso: la curiosidad infantil. Esa que nos hace mirar el mundo con ojos nuevos cada vez y que nos permite transitar por él con avidez de conocimiento; esa cualidad tan humana, que nos hace querer entender el mundo que nos rodea. Compartimos este y otros placeres como el gusto por la cultura en todas sus formas.
Gran emprendedor cultural, Jorge es responsable de proyectos de divulgación histórica y científica en su querida tierra y no hay sarao cultural donde no asome su olfato entrenado y curioso para lanzarse a él como caminante del desierto se lanza a los pozos de agua.
Recientemente nos propuso una visita a los campos petrolíferos de Ayoluengo y este domingo combinamos el paseo por el Rudrón con la visita al páramo y al museo. Nos paseamos por los páramos de las Loras entre los restos esqueléticos de un capítulo de nuestra historia que podría escribirse como drama, comedia o leyenda épica, que de todo hay para acercarse a la historia de nuestros abuelos.
Ayoluengo es un poblachón destartalado y desangelado que resiste al paso de los años con más pena que gloria. Sus casas desgraciadas nos revelan que hace apenas cincuenta años, sus vecinos soñaban con mansiones como las que los norteamericanos sacaban en sus películas para mostrar lo fácil que podía hacerse uno rico vendiendo el oro negro. El 6 de junio de 1964 perforando a 1350 m de profundidad, la presión del petróleo hizo que una columna de más de 30 m saliera a gran velocidad manchando el área cercana a la torre de perforación, pero dejando a los trabajadores como testigos de un sueño de futuro que no sería tan negro.
Revisando los periódicos de la época que tan fantásticamente se conservan en la página oficial del Museo del Petróleo de Ayoluengo, observo con sonrisa que este carácter pendenciero y taciturno tan nuestro también se vuelve fiestero cuando se presenta la ocasión, hay una foto de uno de los operarios subido a la barra de perforación, manchado de petróleo, con el resto de compañeros en un charco negro abrazado a la barra y haciendo el canelo, que diríamos aquí, que bien podría ser yo mismo en la misma situación. Otras fotos son también dignas de estudio y fieles a lo que nuestros padres nos contaron sobre cómo era nuestro país. Fotos que darían para todo un estudio sociológico e histórico.

Es curioso que pese a mi formación técnica (siempre deficitaria y no siempre achacable a mi pereza) nunca me explicaran que estos campos fueron explotados hasta hace cuatro días. En noviembre de 2018 el Gobierno no renovó la concesión a la última empresa que la explotaba, una compañía inglesa que operaba el último pozo en activo (el número cincuenta y tres) a pesar de su deseo de seguir haciéndolo.
En el año 1933 y antes, se sospechaba de la existencia de indicios de petróleo porque había abundantes arenas impregnadas de asfalto en la superficie y durante la Primera Guerra Mundial y al final de nuestra Guerra Civil, la empresa CAMPSA hacía sus primeras pruebas y explotaciones rudimentarias. Parece ser que en el año 1959 se cuenta con empresas norteamericanas para darle un poco de seriedad, dinero y avance al proyecto, la Estándar Oil Company of California y Texaco de Texas que en una sistemática campaña de sondeos (149 hasta dar con los yacimientos explotables) consiguen por fin una explotación petrolífera rentable y que, en sus mejores tiempos, llegó a producir cinco mil doscientos barriles al día (un barril equivale aproximadamente a 159 litros, como el petróleo es menos denso que el agua, esto son unos 130 kg).
Hasta finales del 2015 la producción acumulada se calcula en diecisiete millones de barriles de petróleo. Estas cifras fueron cayendo a partir de 1987. La calidad del petróleo no era la mejor, tenía demasiado arsénico y azufre que impedían su fácil refinado y únicamente se empleaba en industria local como combustible. La falta de nuevas inversiones fueron haciendo testimonial la producción ya entrados en el siglo XXI, y hoy en día quedan las ruinas de las torres de explotación, los icónicos caballitos que extraían el crudo y restos de tuberías y depósitos junto con naves industriales. El museo de Ayoluengo y una asociación cultural que lo trata de divulgar para tirar de una pujante industria turística que no acaba de despegar. Quizás esto último no es más que la decepción del visitante que no pudo ni tomar un café en el bar porque estaba cerrado y que no pudo ver el museo, también cerrado el domingo por la tarde.

El petróleo es un hidrocarburo que se ha formado hace millones de años por procesos geológicos complejos por la presión y la temperatura, la presencia de trampas geológicas, rocas madre almacén y capas de migración. El manual de la página web del museo, editado por el prestigioso geólogo Jorge Navarro Comet, es un exquisito documento con gráficas, explicaciones asequibles y la misma historia de la explotación de Ayoluengo, que recomiendo a todo curioso para una aproximación a toda la historia en todas sus vertientes.
Explica el señor Navarro que para que exista petróleo, es necesaria la presencia de ambientes lacustres y marinos que tienen la cantidad necesaria de materia orgánica en descomposición para quedar atrapada en estratos (capas geológicas) que permiten su extracción.
Para ello, existen dos maneras: la natural y la artificial. En la natural, el gas asociado al mismo petróleo lo hace subir desde la roca almacén al perforar. En el momento en el que el propio gas deja de presionar sobre el crudo, entra en juego la manera artificial, mediante bombas. Entonces se instalan los famosos caballitos, que son bombas de balancín que transforman el movimiento circular del motor de gas en un movimiento oscilatorio lineal, que se transmite por medio de varillas de acero al pistón de la bomba situada en el fondo del pozo. Este bombeo se realiza hasta que el coste del sistema de extracción es mayor que la rentabilidad que se obtiene del petróleo. El combustible que utilizan estos motores es el propio gas del yacimiento después de un tratamiento. También se utilizaba para generar energía eléctrica que se aprovechaba en el propio campo de explotación.
Se llegaron a construir instalaciones para manejar cinco mil barriles al día. Aún pueden verse depósitos y naves. Incluso se construyó un oleoducto de diez pulgadas de 11 km para que llegase al pueblo de Quintanilla de Escalada en la carretera de Santander y facilitar el transporte al norte o a Burgos. Todos los pozos, hasta cincuenta y dos, estaban unidos por una tubería de gas y otra de crudo hasta colectores donde se trataba y almacenaba.

Hoy en día el petróleo sigue siendo una de nuestras fuentes energéticas imprescindibles para el funcionamiento de nuestras sociedades, que lo consumen con la alegría del que intuye que cuando se acabe, alguien “inventará algo”. Es otro de los retos que dejaremos a las generaciones venideras. Cada generación tiene el suyo. De momento, la ciencia dice que nuestra civilización es una gran consumidora de energía y recursos, y que diversificar las fuentes y equilibrar lo gastado con lo que se produce es lo sensato. La cuestión es si este es un debate en el que estamos, o es que perdimos el interés por debatir sobre nuestros problemas y preferimos que los iluminados nos guíen hacia el paraíso, que es la solución tradicional que tantos fracasos ha provocado.
Vieja historia esta de los castellanos, siempre a las puertas de la gloria y tantas veces apechugando con una realidad negra que nos lastra y que nos hace caer en este carácter adusto y parco. Culpa o consecuencia sin duda de nuestro paisaje o de ese fatalismo ancestral. O quizás es que siempre elegimos el lado incorrecto de la historia. O que no tenemos la inteligencia social que otros pueblos derrochan con alegría.
Mi amigo Jorge y yo cantábamos en voz baja y con una sonrisa eso de que desde entonces ya Castilla no se ha vuelto a levantar… siempre esperando una junta… o que venga un capitán… quién sabe si las cigüeñas volverán por San Blas, o las heladas de marzo… los brotes se llevarán…
INOS
El artículo se eleva desde la anécdota cotidiana de una excursión de amigos, pasando por unas prolijas explicaciones técnicas, hasta reflexiones de profundo calado. La historia del petróleo de Ayoluengo es la historia de una desilusión, pero también la historia de una realidad técnica y de un saber hacer que, muchas veces, no valoramos lo suficiente. En tiempos de iluminados y de soluciones fáciles, como dice el autor, debemos apreciar también esos pequeños logros y superar ese desánimo ancestral del que habla Inos, más propio del noventayocho. Esto no es Texas ni Oklahoma, pero es Ribera, y Merindades, y Tierra de Pinares, y los hermosos valles del Rudrón y el Ebro... Un buen artículo para aprender y reflexionar sobre lo…
Bueno, precioso es poco decir de tu reflexión aunque resulte un pelín árida.
Yo prefiero ser un neardental antes que un predador americano...
La vida impera con la avidez del dinero: del ganar más, producir más, conseguir la piscina de oro, aunque sea a costa de la otra vida de ese otro mundo pobre, mineral; no obstante, el que prodiga a los ricos el manantial de sus recursos inacabables...
Qué bonito, Ninos, tu penúltimo timo párrafo: casi me hace llorar.
(Lo releeré varias veces a lo largo de esta semana, para colocarme en algún sitio entre la belleza y el interés.)
Pero siempre tiene que haber siervos para que despunten amos😔.