Se me resbala hoy el tiempo en las manos:
1963/61/2024/XXXY...
(¡Cómo sudan hoy el tiempo y
mis manos entre los resquicios
cada vez más estrechos del reloj!)
Algo pasó hace tiempo; algo sigue pasando
hoy...
Son cifras, algoritmos, números
enes o pi-qu-erres infinitos,
esa barriga de un 8 acostada al sol
(¿se creerá, número caprichoso, que su
infinito deseo es el infinito mar?)
Se me resbala el sudor entre unas manos
llenas de números resbalando
como anillos que vienen grandes a los
dedos,
como dedos que no tienen cabida en
ningún anillo leve, vago...
Se me resbala el tiempo y los números
y las cifras sin sentido, siempre
sumando, no obstante,
¿para qué?
Ayer cumplí 61; hoy cumplo un día más
que nadie festeja, con ser más importante....
Me resbalan las cifras,
el amor encabalgado,
tantos deseos plenos, sinceros, buenos
por los pequeños resquicios de mis pequeñas manos...
Se me consume el amor, también,
por ya demasiado tiempo sin usarlo,
por desgastado, quizá, de tanto
amarlo y desearlo y quererlo
y buscarlo y soñarlo para, al fin,
nunca encontrarlo.
Se me viene el sudor a las manos
despacio, menopáusico también.
Que nadie ose empuñar un arma,
pertrecharse con coraza,
preparar una carroza,
encabalgarse al Pegaso de mis sueños,
porque aquí estoy yo,
con todo el tiempo del mundo
sudando entre mis dedos,
para escribir PAZ
en una nueva estrella que pienso,
ahorita mismo,
dibujar en el cielo
con los torpes dulces dedos que visten
el hartazgo sudado de mis ya cansadas
manos.
Y que nadie diga nada, que el mundo calle,
dejadme restregar y anular el sudor de mis
manos en la rodea que el cielo ha puesto
a orear para mí, bajo esa carpa irreductible azul tan grande
que siempre me persigue con su toalla
de luna,
para secar ese sudor imposible que
mata mi pudor, mi amor, mi deseo,
mi sueño, mi vida... hasta lograr alcanzar
la primigenia
cuna,
cuando sudar era un sorbo de leche blanca
y las manos, mero almíbar azahar.
AnRos
La poeta reivindica un espacio personal a pesar del cansancio vital, un lugar tranquilo donde pueda volver a sentirse segura. Más allá de las cifras y de los fracasos, sigue siendo dueña de su voluntad: el sudor le resbala, pero sigue restregándolo con energía para limpiar los sueños incumplidos, el desamor y la hipocresía. Un poema de no cumpleaños pleno de vitalidad y lucidez.