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Soledad (III)

ESA ESQUINA DE LA COCINA

En mi cocina existe una esquina muy especial que me permite mirar hacia dentro de la casa sin ser nunca vista y sin que nadie sepa que yo veo.

Esa esquina mágica (discreta/indiscreta según para quién) se encuentra en un estrecho ángulo entre la pila y la columna odiosa de la salida de gas del edificio.

Enfrente hay dos ventanas con modernas persianas italianas... Hay mucha luz, que, no obstante, no me impide observar/espiar lo que sucede en el pasillo, a través de una puerta acristalada colocada de tal modo que me permite ver sin ser vista.

Desde esa mi secreta y mágica esquina de la cocina, he visto muchas cosas que preferiría no haber visto; he intuido movimientos casi sagrados de mi familia, que nunca hubiese imaginado; he llegado a sentir llantos estrangulados por no querer o no saber abrirle la puerta a la sinceridad y he visto muecas soeces y llamadas de auxilio... ¡He visto tantas cosas! Pero me quedo con la caricia de un rayo de Sol que siempre se filtra a través de la séptima ranura de la metálica persiana italiana. Ese Sol calma las canas de mi Edad, y me devuelve las ganas de vivir, de luchar, de espiar, de seguir llorando para darle esquinazo a tanta Soledad, eso sí, siempre desde la real/imaginaria esquina de mi cocina.


Ana Rosa M. Portillo



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