¡Ay, mi querida Soledad! Tú, que te empeñaste en olvidar el reverbero del Sol sobre el inmenso mar de Almería, te fuiste a buscar a la única y veraz Reina Mora que existe en este nuestro pequeño-gran mundo: la inconmensurable Alhambra de Granada, la de más Edad, la más vieja, sí; también la más Reina y la más Mora. Todo el día hoy, Sol, has brillado sobre la nieve blanca y pura de Sierra Nevada, sobre los suelos resbaladizos de la ciudad por los residuos chirriantes de la cera derramada a su paso por los Pasos de la Semana Santa, recién clausurada, gracias a Dios, por el Gran Misterio de la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo, amén. Pues ahora, a ti, Sol de mis amores y de mis desvelos, a las 3:12 de la madrugá del 19 de abril, martes de Pascua para más señas, te digo que hagas un pequeño atadillo con los colgajos de tus rubios cabellos, porque, ahora mismo, reina la luna llena de Pascua, manda el plata sobre el oro y el Darro suena a cristal crujiente... Ni un alma por el Paseo de los Tristes, después de un día insoportable relleno de humanidad. Ay, mi gran amado/odiado Sol; a veces la Edad también impone su poderío, y nos regala momentos tan definitivamente hermosos e incomparables como estos, mientras, un poquito más arriba, la gran Reina Mora persiste en su afán de Serezade de convencer al gran Sultán de que antes que el Sol reinó la Edad sobre el halo del mundo. ¡Y cómo suena el Darro en la noche, madre, limpiándose de las miradas obscenas del día! ¡Y cómo se apaga otra vez la Alhambra, madre, arrebujándose por unas horas en su dulce sueño moro (hecho de canela y miel, de romero y azahar), antes de que el sol vuelva a asfixiarla con su gentifricación obligada, mas nunca necesaria, mande quien mande! Soledad me llamo; Soledad soy... Pero solo porque me sobra Edad y me falta Sol... Pero esta noche acharolada de luna y agua me derramo como el Darro en la magia de Granada.
Imagen de Soledad Da Rosa, artista plástica
Comments