Hoy, Soledad, ella no sabe muy bien por qué, ha amanecido una vez más frente al mar... Otra vez el Mediterráneo tan inmenso, tan eterno como las canciones que Serrat les robó a todos los poetas que fueron y que seguirán siendo después de él...
Es el mar tan grande... como el cielo... Por eso nos gusta contemplarnos tan pequeños frente al horizonte del fondo, cuando se abrazan allá a lo lejos, en esa lÃnea que fue el origen y será, al final, la nada.
Eso es, para Soledad, el mar: lo que originó la vida y lo que la devorará...
¿Falta agua? No: sobra mar.
Fuimos bacterias de agua y seremos aletas de buzos boqueando aire por sobredosis de mar... Seremos estrellas de sal frente a un dulce Sol apabullante; microbios de bacteria frente a una Edad ya demasiado cansada para entender una vida nueva que ha de verse reciclada en contenedores de colores con mensaje impuesto.
Soledad estudia minuciosamente los dibujos vivientealeteantes que pueblan su inmaculado delantal... ¿A dónde, madre, echar cada uno, qué cubo toca al pingüino leve, al conejillo respondón, a la lenta inteligente tortuga, a los azucarillos de fresa ya tan tiesos, a las gominolas revenidas convertidas en balones de fútbol de los jueves, a las mariposas clavadas en chinchetas de mil colores, a...? ¿Dónde, madre, habrá ella de arrojarlos cuando ya se vaya, cuando ya les falte?
Soledad asà piensa mientras se traga las lágrimas que no se atreve a derramar, porque tampoco sabe en qué recipiente debe reciclarlas.
Ana Rosa M. Portillo
Hoy Soledad nos anuncia un apocalipsis en el que el mar, principio de la vida, acabará también con esa vida . Es una posibilidad en la que no habÃa pensado en estos tiempos de calentamiento global, aunque creo que Soledad nos habla de su propio apocalipsis, de esas lágrimas que la ahogan y no sabe qué hacer con ellas. También nos habla de un angustioso reciclaje vital de sus miedos y fantasÃas cuando desaparezca y se enfrente, o se olvide, definitivamente de sà misma. Soledad está más triste que nunca, habla con la determinación del desesperado y solo parece encontrar consuelo en la inalcanzable lÃnea del horizonte.