Una vida crece bajo la inmensidad del mundo. Diminuta ella con su verdor esmeraldado que tiñe el asfalto y crece ausente, ajena a las pisadas de los chicos que a veces le niegan la luz, ahí en su pequeño escondite. Alumnos que juegan y se divierten en las gradas de cemento sin percibir que un pequeño ser vivo apuesta por su ser y su estar en el mundo y en el patio. Una pequeña planta que de pronto se topa con unos ojos que reparan en ella y que como conquista y demostración de su vida natural, retratan en una fotografía un suspiro de su existencia; un suspiro de alegría.
NeiRma
El contraste entre el verde de la vida y los negros, blancos y rojizos oxidados es muy llamativo. ¿Qué es, una pequeña tubería colmatada y sin tapa, un cráter en la superficie de Marte? Algunas de las piedrecillas también llaman la atención: podrían ser piedras preciosas, maravillosos diamantes, pero no pueden competir con la belleza de la minúscula planta que ha nacido en ese mundo tan hostil. El ojo de la fotógrafa se ha detenido con mucho acierto en un ser que pasa desapercibido a otros muchos ojos.
Siempre lo minúsculo puede ser inmenso. Veo la vida a través de esos brotes de luz verde.