Y qué sé yo
- AnRos
- 7 may
- 1 Min. de lectura
Me estoy yendo,
como un líquido
que se derrama poquito a poquito,
gota a gota...
No hay recipiente donde recibir esas gotas
gotas-lágrimas, lágrimas–sueños...
¿Qué será un mundo seco, sin lágrimas,
sin nubes,
sin gotas que derramar y desecar?
¿Qué será un mundo tan largo, tan largo
que nunca encuentre sus extremos?
¿Y qué será un mundo sin extremos,
sin puntos cardinales,
sin ínfulas de cosmos,
con tantos abandonados,
ay, a la miseria?
¿Qué será de un mundo que solo mira
a la "Bolsa",
no a los que intentan colocar,
otra vez,
una teja destejada por un obús-dron-misil...?
Algo malo que se construyó buscando
un bien
que siempre persiguió un imposible.
¿Y qué será ya de ese deseo legal
de desear,
de buscarle al mundo una espalda
donde poder reposar tanto dolor,
tanta miseria,
tanta decepción?
¿Y qué es decepción?: una palabra aguda, que pincha y duele.
¿Y qué es miseria?: una palabra bilabial que, no obstante, nunca come.
¿Y qué es dolor, qué es guerra?: esa palabra que nunca debió existir; mucho menos, pronunciarse.

AnRos
La dura realidad de un mundo deshumanizado provoca en la poeta la sensación de desasosiego e incertidumbre que nos transmite. La continuidad entre su tristeza y la impotencia ante la miseria y la guerra se traduce en una serie de imágenes antitéticas (lágrimas/mundo seco; abandonados/mundo largo; hombres buenos/mundo ensimismado; los cansados /mundo sin espalda) que estructuran el poema. La lucha entre el bien y el mal se resuelve en un análisis lingüístico (en principio era el verbo), como si las propias palabras, al pronunciarlas, construyesen la realidad. El yo se diluye en su dolor y nos deja una mirada empática y desolada para, finalmente, admitir su impotencia para comprender tanta pesadumbre: y qué sé yo.
Algunos sabemos llorar, aunque las lágrimas no sirvan para nada.